28/5/12

Podría ser también

Un bar. De noche, es evidente.
Podría ser también un cabaret, o un teatro.
Música de piano. O un bandoneón. Quizás una guitarra.
Tal vez, también, una canción. Depende:
un tango, un bolero, una nostalgia griega,
algo impalpable, como un blues, inalcanzable
como los muslos de esa muchacha de Venecia
que te mira desde el fondo de tu vaso.
Recordar, cuando uno es o está solo, duele más
que imaginar: eso es lo que queremos demostrar.
El micrófono aumenta la verdadera voz, la ausencia:
se trata del viaje a una mujer como a una ciudad
a la que no se llega por invisible, por distante.
Y si uno llegara y estuviera allí, en ella,
va a tratarse, con esa música, de una separación
que será para siempre, como siempre.
¿A quién culpar? ¿Son destino el país
que no tuviste, la mujer en la que no entraste?
Una compañía -cualquiera-, más o menos conyugal,
o recién hallada, digo más o menos duradera,
nunca la querida no buscada, nunca la presentida,
destruiría esa sensación agridulce o dulceamarga
de lo que no es, lo que no fue, sin que importen
la voz o el rostro que le pertenecen,
tampoco la edad que sus piernas sostienen:
lo que no puede ser porque si fuera no sería.

En el fondo, dolería que no doliera.
Incluso que no doliera más de lo que duele.

JORGE ENRIQUE ADOUM


[Seguimos en la onda de compartir epigramas interesantes.]
Ariana.

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