Sentarse
frente al fuego. Mecerse junto a él.
Oír
rechinar a la madera vieja que choca con sus propios huesos:
Agrietados,
frágiles, tostados, habitados por termitas.
Recordar
los susurros de un abril que estremeció el cuerpo.
Vincular
esos pequeños destellos que salieron de los ojos.
Armar la vida.
Saludar
al ayer. Con un bostezo quizá, o mostrándole falsas dentaduras.
Despedirse
del usted. Revivir aquella tarde lluviosa donde nació el nosotros.
Humedad.
Olor a madera mojada. Olor a tierra empapada.
Grotesco
abril. Sublime abril.
Calor
que se instala en cada uno de los poros.
Besos
de canela que sentenciaron mi existencia.
Reír.
Sumergirse en las pequeñas gotas de agua hialina que cubren el ojo.
Te
confundes con el aire ahora. Con la tierra mojada. Con la mecedora que rechina.
Con el fuego que vibra. Hasta con mis propios huesos.
Eres
parte de eso que tomo de la mano cada día.
Eso
efímero de lo que algún día yo seré parte también.
ariana
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