28/5/12

Podría ser también

Un bar. De noche, es evidente.
Podría ser también un cabaret, o un teatro.
Música de piano. O un bandoneón. Quizás una guitarra.
Tal vez, también, una canción. Depende:
un tango, un bolero, una nostalgia griega,
algo impalpable, como un blues, inalcanzable
como los muslos de esa muchacha de Venecia
que te mira desde el fondo de tu vaso.
Recordar, cuando uno es o está solo, duele más
que imaginar: eso es lo que queremos demostrar.
El micrófono aumenta la verdadera voz, la ausencia:
se trata del viaje a una mujer como a una ciudad
a la que no se llega por invisible, por distante.
Y si uno llegara y estuviera allí, en ella,
va a tratarse, con esa música, de una separación
que será para siempre, como siempre.
¿A quién culpar? ¿Son destino el país
que no tuviste, la mujer en la que no entraste?
Una compañía -cualquiera-, más o menos conyugal,
o recién hallada, digo más o menos duradera,
nunca la querida no buscada, nunca la presentida,
destruiría esa sensación agridulce o dulceamarga
de lo que no es, lo que no fue, sin que importen
la voz o el rostro que le pertenecen,
tampoco la edad que sus piernas sostienen:
lo que no puede ser porque si fuera no sería.

En el fondo, dolería que no doliera.
Incluso que no doliera más de lo que duele.

JORGE ENRIQUE ADOUM


[Seguimos en la onda de compartir epigramas interesantes.]
Ariana.

26/5/12

Sucesiones de hechos nobles, descritos exacta y cuidadosamente para obtener una imagen patética:


1. Posición fetal extraña.
2. Luces on-off que pueden observarse desde la ventana cada ciertas horas, o minutos.
3. Veinticinco platos medianos con intentos de comidas decentes, estacionados, sin ánimos de levantarse.
4. Veinticinco platos medianos en el lavaplatos.
5. Sesenta y cinco platos un poco más pequeños, planos con píldoras suplentes,  tangibles, migratorias.
6. Sesenta y "otros" platos en el piso, ninguno roto.
7. Poster detrás de la puerta... (se puede releer en medio intento: "don't give drugs, give love")·
8. La misma nenita en forma ya ni tan fetal, esta vez gimiendo sobre los platos.




21/5/12

...y si fuera


Buscando, hallamos. Siempre. 
Y yo hallé esta poesía: 


"... y si fuera el comienzo de una noche más larga que la vida
(porque la vida más larga es siempre corta)
y quisiéramos despertar a la pesadilla
menos atroz que la realidad, dormidos,

y si hubiéramos llegado al fondo, más abajo del fondo
donde pies y manos chapotean la saliva
de la esperanza que, boquiabierta,
nos miró tanto tiempo suplicante a los ojos,

habríamos terminado a cualquier edad la travesía
que comenzó en el hospital con el primer llanto
con que hacemos señas de haber nacido
para el último amor, señal de no haber muerto,

aunque ya no sepamos cómo amar a la que viene
desnuda bajo la lluvia con los pechos temblando,
sólo porque la inocencia duró más que la infancia
y nos dolió el primer amor y nos dio miedo.

¿Andamos a trompadas con la vida?
¿Se nos fue la adolescencia en esperar la edad madura
y la madurez en comprobar que soñando fabricábamos
este esqueleto que mirando hacia atrás ríe sin ojos?

¿O estamos ya, como en la carnicería, en una iglesia
donde los perros se frotan contra imágenes caídas
y el que se confiesa se masturba inventando
pecados que ni siquiera tuvo y no recuerda?

(Mas el que mira el crucifijo se convence 
de que sin la cruz no vale el crucificado)."



Jorge Enrique Adoum
escritor, político, ensayista y diplomático ecuatoriano.


Ariana. 

10/5/12

Estabilidad al predecir rayones desde una ventana astillada.

¡Qué mala costumbre esa de pedir cigarrillos sin instrucciones -necesarias- para fumarlos! ¡Qué pésima costumbre, la de no comprender lenguas complicadas, léxicos incompletos, batallas perdidas por desconocidos! La anti-costumbre de ver al fracaso como un ataúd me está consumiendo ¿Qué puedo hacer si no veo más allá de portadas que suponen verdades? Me niego -rotundamente- a creer en eso que llaman tempestad, ni en formas sin profundidades exactas, ni en los "románticos" que regalan la luna como si esta viniese en una lata -a 4 ó 10 bolívares, dependiendo de la marca-. Las únicas latas que reconozco son aquellas que revuelcan dedos en mi cama y complican a un edredón incrédulo de todo; él que todo lo percibe, se retuerce, calla, reclama en bostezos olores tangibles, anhelados, fríos. (...)